El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible

lunes, 23 de noviembre de 2009

Sebastião Salgado


Sebastião Salgado sigue siendo fiel al blanco y negro según la creencia de que el mundo es un dilema maniqueo en el que la pobreza y el sufrimiento exigen una tonalidad propia. El mundo, como las fotos de Salgado, es un escenario contrastado en el que el fotógrafo toma nota de los efectos de un sistema económico especializado en producir miseria. Salgado, que conoce la teoría (es doctor en economía), fotografía la práctica de esta teoría con una belleza casi melodramática. Así, cada una de sus fotos tiene el doble sentido de ser tanto una obra de arte como un potentísimo documento de denuncia.

Cabe preguntarse hasta que punto estos dos elementos son compatibles sin acusar al fotógrafo de frivolidad. Recordemos el reproche de Susan Sontag: “Una foto puede ser terrible y bella. Otra cuestión: si puede ser verdadera y bella. Este es el principal reproche a las fotografías de Sebastião Salgado. Porque la gente, cuando ve una de esas fotos, tan sumamente bellas, sospecha.”

La crítica de Sontag a Salgado me recuerda a algo de El Nacimiento de la Tragedia: ¿Hasta que punto lo trágico puede ser captado con una formalidad estética impecable sin caer en la falacia?¿La verdad y la apariencia pueden coexistir en todo arte que se considere auténtico?

A pesar de las críticas de Sontag no hay que olvidar que la belleza no solo tiene un componente estético sino también cognitivo: aporta significatividad y sentido, y por lo tanto trascendencia a un mundo que es en esencia prosaico. Puede que el verdadero delito sea hacer de la pobreza un tema que cause aburrimiento y no asombro como así consigue Salgao toma tras toma.

jueves, 5 de noviembre de 2009

National Geographic


Pasamos de la elegante, comprometida y personalísima Magnum, a la colorida y “vulgar” National Geographic. Para muchos probablemente las fotos y los reportajes de National Geographic representan una estética sensacionalista auspiciada por la máxima “cuanto más color mejor”, “cuanto más espectacular mejor”. Así, en los reportajes de NG el mundo sigue siendo un parque temático poblado de leones hambrientos y culturas pintorescas que un lector inmaduro e infantil admira embobado pasando página tras página en la consulta del dentista. El aspecto poco vanguardista de National Geographic queda resumido en uno de los diálogos entre Clint Eastwood y Meryl Streep que aparecen en Los Puentes de Madison:

- Habla como un artista.
- Bueno, yo no diría eso. A National Geographic le gustan las fotos con un buen encuadre y que no tengan un toque muy personal.

Supongo que el gran pecado de National Geographic es el de ofrecernos fotos que son simplemente bellas y nada más. Una época saturada de poéticas no admite el discurso simple y amable de lo bonito. La inocencia estética es sustituida por el exceso de sofisticación y de verborrea académica. Y es que algunas de las fotos de National Geographic nos devuelve al deleite voluptuoso y puramente lúdico en el que la vista se recrea sin más, en el que el placer estético se acerca al goce físico. La belleza no debe resultar sospechosa cuando es fácilmente accesible.