El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible

martes, 21 de junio de 2011

Historia oculta de la fotografía.


La historia se repite.

En una subasta de objetos sin valor un joven de unos treinta años adquiere varias cajas con rollos de negativos de una Hasselblad por unos pocos dólares. Cuando llega a casa el anónimo y desconocido comprador examina cuidadosamente su captura. Espera encontrar un compendio de fotos mas o menos insulso cuando descubre su tesoro al revelar uno de los negativos : la imagen casi flotante y onírica de una mujer que en medio de la noche se dirige a un descapotable vestida de fiesta le dice que el fotógrafo buscaba algo menos inmediato que lo cabría esperar en un álbum familiar.


Meses más tarde un empresario del mundo de la moda recibe un álbum de fotos como pago de un préstamo. Cuando alza la tapa se encuentra la imagen de un prisionero -posiblemente judío- en un campo de concentración en Minsk que con el rostro afilado por la hambruna clava su mirada como un latigazo incómodo que resume buena parte de la historia del siglo XX. Al pasar la página otra foto muestra una hilera de enfermeras realizando el saludo fascista mientras Hitler un tanto azorado pasa revista mirando a la cámara.
Estos son dos ejemplos de una historia de la fotografía anónima y latente que solo se manifiesta en casos fortuitos. El primero es el de la fotógrafa Vivian Maier que con todo derecho puede ser considerada una de las mejores "street photographer" del siglo XX. En el segundo -el autor sigue en el anonimato- la calidad de las imágenes nos dicen que el fotógrafo entendía perfectamente el kairos paradójico del poder.

La imagen fotográfica ha pasado de ser el resultado de un ejercicio estético mas o menos consciente a una forma internalizada de expresión casi automática: todos somos fotógrafos. La historia de la fotografía será el relato democrático por antonomasia.

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