Sebastião Salgado sigue siendo fiel al blanco y negro según la creencia de que el mundo es un dilema maniqueo en el que la pobreza y el sufrimiento exigen una tonalidad propia. El mundo, como las fotos de Salgado, es un escenario contrastado en el que el fotógrafo toma nota de los efectos de un sistema económico especializado en producir miseria. Salgado, que conoce la teoría (es doctor en economía), fotografía la práctica de esta teoría con una belleza casi melodramática. Así, cada una de sus fotos tiene el doble sentido de ser tanto una obra de arte como un potentísimo documento de denuncia.
Cabe preguntarse hasta que punto estos dos elementos son compatibles sin acusar al fotógrafo de frivolidad. Recordemos el reproche de Susan Sontag: “Una foto puede ser terrible y bella. Otra cuestión: si puede ser verdadera y bella. Este es el principal reproche a las fotografías de Sebastião Salgado. Porque la gente, cuando ve una de esas fotos, tan sumamente bellas, sospecha.”
La crítica de Sontag a Salgado me recuerda a algo de El Nacimiento de la Tragedia: ¿Hasta que punto lo trágico puede ser captado con una formalidad estética impecable sin caer en la falacia?¿La verdad y la apariencia pueden coexistir en todo arte que se considere auténtico?
A pesar de las críticas de Sontag no hay que olvidar que la belleza no solo tiene un componente estético sino también cognitivo: aporta significatividad y sentido, y por lo tanto trascendencia a un mundo que es en esencia prosaico. Puede que el verdadero delito sea hacer de la pobreza un tema que cause aburrimiento y no asombro como así consigue Salgao toma tras toma.
Cabe preguntarse hasta que punto estos dos elementos son compatibles sin acusar al fotógrafo de frivolidad. Recordemos el reproche de Susan Sontag: “Una foto puede ser terrible y bella. Otra cuestión: si puede ser verdadera y bella. Este es el principal reproche a las fotografías de Sebastião Salgado. Porque la gente, cuando ve una de esas fotos, tan sumamente bellas, sospecha.”
La crítica de Sontag a Salgado me recuerda a algo de El Nacimiento de la Tragedia: ¿Hasta que punto lo trágico puede ser captado con una formalidad estética impecable sin caer en la falacia?¿La verdad y la apariencia pueden coexistir en todo arte que se considere auténtico?
A pesar de las críticas de Sontag no hay que olvidar que la belleza no solo tiene un componente estético sino también cognitivo: aporta significatividad y sentido, y por lo tanto trascendencia a un mundo que es en esencia prosaico. Puede que el verdadero delito sea hacer de la pobreza un tema que cause aburrimiento y no asombro como así consigue Salgao toma tras toma.
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