El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible

lunes, 7 de diciembre de 2009

Annie Leibovitz


Annie Leibovitz es la fotógrafa más famosa del mundo. Sus fotos son un certificado de fama del retratado. Nadie se escapa a su cámara. Hasta Isabel II de Inglaterra tuvo que claudicar y ser retratada de forma impresionante por la misma fotógrafa que nos enseñó el embarazo de Demi Moore, el rostro azul de los Blues Brothers y el tan salmodiado desenfreno autodestructivo que practicaban los Rolling Stone entre bambalinas.





Annie Leibovitz son dos fotógrafas: por un lado, la fotógrafa de reportaje para la revista Rolling Stone armada con su cámara de 35 mm y deudora de Cartier Bresson y Robert Frank, al acecho del instante decisivo. Por otro, es la fotógrafa de las portadas, más cercana a Richard Avedon, en la que la fotografía adopta la aparatosidad técnica del cine, donde el segundo que captará la cámara es pacientemente esculpido para mostrar una imagen en la que el fotografiado es un universo propio cuyo alma no es tanto una facultad interna sino un estado de cosas que la rodea.




De todas la fotos de Annie Leibvowitz la más famosa es la que hizo a Yoko Ono y John Lennon horas antes de que este fuera asesinado. En ella el amor se resume es una imagen que manifiesta la esencia de este sentimiento tan manido: la redención de nuestra propia individualidad en la fusión con el otro.




Toda su obra esta llena de imaginación, de sentido del humor, de ingenio y ternura, de juego y de sensualidad, de esa extraña virtud que tienen los niños al mirar el mundo y que consiste en mejorar lo que vemos cuando lo observamos.

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