El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible

viernes, 10 de abril de 2009

Diane Arbus



El mal existe y Arbus es su fotógrafa. Tratemos de entender por “mal” no tanto un concepto moral, sino una posibilidad metafísica, una poética basada en la disonancia. “Quiero fotografiar lo que es maligno”: este es el principio de un canon estético alternativo que gira entorno a lo monstruoso. Así la fotografía posibilita que lo feo se convierta en objeto de contemplación.

La fotografía de Arbus nos sitúa en el centro del interrogante que siempre plantea lo freak: rechazo y curiosidad, el sentimiento acentuado de una humanidad provocado precisamente por lo no humano. La cámara de Arbus mira directamente a los ojos del fotografiado buscando retratar lo disforme y la extrañeza con una franqueza expresiva que incomodó en su época, y sigue incomodando (puede que por el hecho de que su fotografía posibilita el voyeurismo sin temor entorno a lo monstruoso y eso, claro está, crea mala conciencia).




En su obra no podemos hablar en clave agustiniana de una ausencia de bien o de belleza. Esa belleza existe y nos atrae pero no podemos comprender por qué.

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