Que mejor que el propio Erwitt a propósito de su optimismo visual:”Uno de los resultados más importantes que se pueden conseguir con la fotografía es hacer reír. Si además se alterna la risa con las lágrimas como ha hecho Chaplin, se logra la conquista más importante. Yo no apunto forzosamente tan alto, pero reconozco que se trata del objetivo supremo”
Y efectivamente lo consiguió. El humanismo fotográfico de Erwitt condensa un talento que tiene la capacidad de ofrecernos series enteras de fotos conmovedoras. La fotografía de una pareja de enamorados bailando en la cocina hecha en Valencia en los años 50 nos descubre que es posible el milagro en lo cotidiano. Sus fotos de perros y niños nos invitan a tratar de cambiar el punto de vista para redescubrir que la realidad puede ser en si misma jovial.
Pero su optimismo no esta exento de lucidez. Erwitt nos muestra el sufrimiento sin sangre y el dolor sin agonía. La fotografía de unos lavabos racista tomada en Estados Unidos en 1950 nos sigue recordando de una forma insuperablemente elocuente parte de la condición humana.
Elliott Erwitt asume la idea bressoniana de que fotografiar es poner en el mismo punto de mira la cabeza, el ojo y el corazón. Erwitt ha puesto mucho, mucho corazón lleno de risas y de lágrimas.
El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible
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