Las cosas encierran una lógica propia que las emparenta, una forma de armonía que el fotógrafo tiene que saber captar. Así la composición es la destreza para llenar bellamente el espacio. Este no es una entidad puramente formal sino que es un cuerpo vivo que encierra todo un universo de significados. Cualquier espacio es así una forma de paisaje.
Fotografiar la realidad implica redefinir los límites de cada objeto teniendo en cuenta que el fragmento (la perspectiva, el punto de vista) no supone un reduccionismo sino un descubrimiento. La fotografía es el último paraíso de lo particular.
Paul Strand muestra en cada una de las fotografías un dominio magistral de la composición. Gracias a ella todas las cosas son bellas, el mundo es un museo oculto por la indiferencia o el aburrimiento visual. Solo hace falta un poco de ingenio para saber ver.
El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible
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